La paradoja de la Identidad / Por: Arnaud Laurens, Vicepresidente Government Programs para Latam de Gemalto

   Arnaud Laurens, Vicepresidente Government Programs para Latam de Gemalto

  

 Estudiar la noción de identidad implica enfrentar una serie de paradojas.

Una primera paradoja es que la identidad designa a la vez lo que nos distingue de los otros y aquello que nos hace semejantes a ellos o a algunos de ellos.

La identidad remite tanto a lo específico como a lo idéntico, a lo semejante como a lo disímil, a la diferencia como a la semejanza. El concepto de identidad se articula entre la pertenencia y la singularidad.

En el primer caso, dice en qué difiero de cualquier otro que no sea yo. En el segundo, funda el vínculo social que me une a todos aquellos que comparten los mismos valores simbólicos, las mismas prácticas sociales, las mismas formas de lenguaje y los mismos derechos y deberes ante la colectividad.

La Identidad, el símbolo fuerte de la igualdad de los ciudadanos

La Identidad es, por definición, el vínculo que reúne al individuo y al colectivo [1]. Proteger la identidad contra toda usurpación o fraude equivale a preservar la clave de la confianza en esta unión: poder certificar que una persona es efectivamente aquella que dice ser para reivindicar el acceso a sus derechos y ejercer sus deberes de ciudadano. La vía digital no hace sino fortalecer esta necesidad esencial.

La Identidad es el origen de la expresión de la igualdad de los ciudadanos antes de que se convirtiera en el siglo XXI en la expresión de sus diferencias. Cuando Condorcet, matemático y jurista, dicta en 1793 las bases de la «matemática social», interroga la relación del individuo con el colectivo y trata de formalizar las bases del funcionamiento democrático.

Cuando este escoge el término matemático «Identidad» para representar el concepto algebraico de igualdad de los ciudadanos en deberes y derechos ante la ley, expresa la definición que persiste desde entonces como la cualidad que hace que una cosa sea la misma que otra, que dos o varias cosas no son sino una. Una, la colectividad que constituye el pueblo soberano y sus representantes elegidos. Una, la república. Múltiples, los individuos que, al aceptar todos «idénticamente» las reglas de la comunidad a la cual desean libremente pertenecer, ascienden al rango de ciudadanos.

La Identidad es efectivamente un principio dual, y en definitiva el vínculo que une al individuo con el colectivo.

La tarjeta de identidad electrónica, el certificado de identidad

La tarjeta de identidad electrónica o «e-ID» cumple varias funciones: la de título de identificación tradicional, la de documento de viaje, y por último, la de certificado de identidad electrónico para el mundo electrónico.

La e-ID es también el motivo de un número importante de estándares y normas internacionales.

Este medio ha pasado a formar parte de las costumbres de todos gracias a su implementación en el sistema bancario, y su fiabilidad ya no requiere ser demostrada. La tarjeta e-ID se vuelve así el punto de entrada único para una multiplicidad de servicios que antes era difícil sincronizar.

La tarjeta e-ID permite la identificación, pero también permite la autenticación y la firma electrónica. Estos dispositivos pueden por consiguiente acelerar la simplificación de muchos flujos anteriormente complejos. Éstos están integrados en un marco jurídico en Francia y en Europa desde hace cerca de 10 años.

La tarjeta e-ID permite:

Ø  La representación de la Autoridad soberana que certifica la regularidad del ciudadano y la validez de su situación respecto a su jurisdicción nacional.

 

Ø  En su calidad de medio, el acceso seguro a los servicios propuestos al ciudadano, quien puede de esta manera ejercer la totalidad de sus derechos y deberes asociados a la gestión pública.

 

Ø  El rol de un verdadero sello de certificación ofrecido al ciudadano para autenticar sus actos sean cuales sean los medios y soportes de intercambio utilizados gracias a la validez jurídica de toda transacción certificada mediante este medio.

 

Restitución al ciudadano de su identidad

La identidad constituye un conjunto de datos de carácter privado y el Estado es claramente su «guardián».

La visión de la relación Estado-ciudadano se modifica completamente. Entramos en una nueva era en la que esta relación puede valorizar el carácter «contractual» de la relación en derechos y deberes: me suscribo a los servicios, cumplo con mis deberes y obtengo de esto derechos y las garantías que la colectividad me ofrece en su modelo social. Es la base misma del «Contrato Social».

La tarjeta e-ID es también una puerta de entrada a un sistema donde cada uno tiene su lugar y puede entonces aportar su contribución y hacerse escuchar (elección, referéndum): la e-Democracia.

En estos tiempos en los que la seguridad se ha vuelto una prioridad, especialmente en los intercambios internacionales, la e-ID parece ineludible, es una garantía dada por los Estados a los otros Estados, dentro de una lógica de interoperabilidad de los sistemas de confianza nacionales.

El rol del Estado y la seguridad del mundo digital

Una de las misiones fundamentales del Estado es la protección de los ciudadanos en el mundo real, pero también en el mundo virtual en pleno desarrollo.

Este fenómeno está derivando en la evolución hacia «títulos seguros»,  documentos de viaje / pasaportes o tarjetas de identidad y la sofisticación de una identidad digital.

Pero el Estado también debe brindar servicio a los ciudadanos, y estas nuevas tecnologías abren el camino a nuevas aplicaciones de e-Servicios para las cuales se requiere identificación, autenticación y firma.

Internet se ha vuelto una infraestructura importante y su desarrollo continuo es inevitable. Lo que obviamente está en juego es la continuidad del derecho para los ciudadanos en este espacio digital y la necesidad de protegerlos a ellos y a los intereses económicos de las empresas.

No es aceptable dejar que el mundo de Internet se desarrolle como un mundo «por fuera de las reglas», lo que casi ya es un hecho si consideramos la no responsabilización por los comportamientos irregulares en la Red. Demasiados individuos incurren en demasiados hechos prohibidos o ilegales en el mundo real.

La amenaza está bien presente: veamos sólo 2 cifras provenientes de un informe de marzo de 2009 para ilustrar la situación: El robo de identidad en Internet es el N°1 entre los cibercrímenes: 10 millones de personas estuvieron expuestas al riesgo de robo de identidad en 2008 (2008 Identity Fraud de Javelin Strategy & Research); se espera que el aumento mensual en 2009 de los códigos maliciosos llegue a +336%. Podemos recordar el fraude por tarjeta de crédito que volaba en los años ‘80 y que fue reducido en Francia por un factor de 20 en unos cuantos años después de la introducción de las tarjetas de crédito con microprocesador, en reemplazo de las tarjetas magnéticas

Internet es una herramienta esencial para la creación de un marco global que permita al ciudadano – cuando esto es necesario – identificarse y autenticarse de manera eficaz.

Las soluciones de seguridad que hemos desarrollado en la industria de la tarjeta con chip (con microprocesador) desde hace más de 20 años, proporcionan respuestas en 3 temas vitales.

Ø  La identificación y la autenticación robusta, así como la Protección de la identidad del usuario, incluyendo la anonimización bajo control cuando esto es pertinente (acceso al servicio).

 

Ø  La Protección de los bienes del usuario (codificación de los datos).

 

Ø  La Protección de las transacciones efectuadas por el usuario (transacciones seguras).

 

Estas soluciones se  desarrollan, obviamente, dentro del marco de los 2 principios fundadores de la protección de los datos privados (ver también las 7 leyes de la identidad de Kim Cameron en http://www.identityblog.com/?p=354)

 

Ø  El Principio de finalidad: cada solicitante sólo accede estrictamente a los datos para los cuales dispone de los poderes que jurídicamente lo habilitan a consultarlos.

 

Ø  El Principio de proporcionalidad: cada solicitante sólo recibe en respuesta a su pregunta los datos que corresponden estrictamente a la consulta formulada.